En las carreras de la vida, y en mi afán de crecer (para arriba y no para los lados), me acordé de la propaganda que uno veía cuando chiquito, del niño que se tomaba el chocolate y luego decía que había decidido que se iba a dejar el bigote. Yo, guiado por aquellas memorias de pequeño, donde uno creía que el papa era papa porque tenia bigote, decidí hacer lo mismo. Cuando llegue a este turno decidí dejarme el bigote. En parte por cultivar la apariencia de “naufrago” en el desierto y en parte por cultivar la imagen que he trabajado tanto (porque si me ha tocado en esta oportunidad) que ni siquiera tiempo de afeitarme tengo. Después de 18 días de “naufragio” y de sugerencias externas de los compañeros de trabajo decidí volver a mi apariencia de joven y bello. Por supuesto el chiste de que si me caí de un carro, o si el viento me había hecho algo se hizo presente, pero como no saben que los colombianos también tenemos sentido del humor, les dije que había sido el viento mas la arena me había mandado hacer un tratamiento de sand blasting. Dieron papaya.
domingo, mayo 06, 2007
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